
La situación económica de España atraviesa el peor momento de las últimas décadas. El autor analiza las claves de la recuperación, que pasan por el esfuerzo y una acertada gestión de las empresas, que deben explotar todos los recursos a su alcance.
Cuando se iniciaba el año y con la intención de hacer apostolado de la mejora de la financiación de las pymes ante el escenario bancario que se dibujaba, con visos de complicarse más, dijimos que no es que vaya a venir el lobo, sino que ya estaba aquí. Un buen amigo al que agradecí su crítica me reconvino afectuosamente en la falta de esperanza en el mensaje que habíamos lanzado.
A los economistas siempre se nos ha criticado que no seamos futurólogos, pero cuando crees leer en parte la situación que viene, que no es nada buena, con esa sensación de que nos estamos cociendo como las ranas en agua tibia, hay que alzar la voz y a eso venía la falta de esperanza.
En el ambiente hoy se manejan unos datos de desempleo que nos retrotraen a los peores años de la anterior crisis, estamos con 4 millones de desempleados, casi 1 millón en ERTE y 650.000 autónomos con baja de actividad, con una economía dopada y con un gasto público desmesurado que no hace sino incrementar un déficit cada vez menos financiable hasta que nos demos de bruces con la realidad. Ojo a los límites de compra del BCE a los que nuestro país se acerca con velocidad implacable.
En todo caso, ya estamos inmersos en una crisis que tampoco tiene precedentes, de la que desconocemos su profundidad y la capacidad de reacción de una economía española con patologías distintas a las de nuestros socios europeos.
Si damos por bueno, como nos indican algunos medios, que hay un importante volumen de empresas zombis ( me niego a creer los porcentajes leídos sobre el total de pymes ) y que los juzgados de lo mercantil pueden verse saturados, no parece verosímil que la vacunación sea el efecto dinamizador que genere la V de salida de crisis, ni siquiera la U. Lo que cuesta poco romper no se arregla con la misma facilidad, ojalá las empresas vuelvan a su actividad con rapidez y se recupere el empleo que es un factor que dinamiza y dignifica a una sociedad.
No es menos cierto que también seguimos viendo, a diario, empresas que tienen un buen producto, lo saben vender, tienen buenos clientes y que tienen unas necesidades financieras crecientes que, lamentablemente, la banca no atiende porque no quiere o porque no puede. Asistimos con horror en ocasiones a cómo los empresarios se enfrentan a un buen negocio con poca o mala financiación.
Claro que cabe la esperanza, no solo cabe, sino que es necesaria, hay que tener esperanza y poner los cinco sentidos en dar pasos en la dirección adecuada.
La esperanza está en la gestión. Da igual que hagan los políticos, muy enfrascados en su industria política y poco en la economía real, da igual si hay o no subvenciones directas, dan igual las dificultades, la mejor solución es poner en foco en el esfuerzo, el trabajo, la eficiencia y, en tiempos de crisis, volver a lo básico que siempre funcionó. A lo mejor lo básico es innovar, buscar nuevos mercados, exportar, crear nuevos productos y servicios, pero hay que repensar lo que funciona y pivotar sobre ello para salir de este atolladero.
Un buen gestor mejora una empresa deficiente, una buena empresa empeora con un mal gestor. Por tanto, la esperanza es que tenemos buenos profesionales que son capaces y tienen el entusiasmo de luchar y sacar adelante sus empresas. No pertenezco a esa generación que levantó un país de la ruina, aunque he conocido y admirado a muchos de ellos, pero pertenezco a una generación ya universitaria, que aprendió a trabajar sin escatimar horas ni aprendizaje y que ha desempeñado tareas que nunca soñó con un aceptable resultado.
Esa experiencia profesional me ha hecho apóstol de la gestión financiera con amplitud de miras. La financiación bancaria es imprescindible, es el grueso de lo que hay en España, pero no es única.
En el mundo de la financiación hemos visto de todo, desde empresas con modelos de crecimiento exitosos pero que requieren escalar rápidamente su estructura de circulante, hasta empresas que consolidan modelo y que están tensionadas en el circulante porque han financiado mal inversiones o expansión internacional. Mil situaciones en que la banca ha mirado la cuota Cirbe y ha respondido con un amable lo siento.
Por eso creo firmemente en ampliar el espectro de la financiación. Si por su estructura Vd. se puede financiar en mercados mayoristas, ánimo, realmente no es tan complicado, conozco muchas compañías que cumplen requisitos muy similares a las cotizadas y que el tránsito a mercados mayoristas les sería sencillo y rentable.
Soy firme defensor de la financiación alternativa. En España crece a tasas relevantes porque los inversores no encuentran buenas rentabilidades a activos con riesgo medido y , también, porque las pymes ven que hasta que vence cada euro bancario y se paga, no vuelve a estar disponible su línea.
España es uno de los pocos países europeos en que las compañías de crowdlending no han distribuido fondos ICO o similares, pero eso a quien mas afecta es a las propias pymes. Es razonable pensar que quien le ha facilitado un relevante volumen de riesgo ( con garantía de Estado ), en algunos casos supliendo deuda contraída con anterioridad, le va a seguir suministrando riesgo en los volúmenes necesarios ¿? Cuando empiecen a vencer los ICO´s y se tengan que atender contra los ebitda generados en las empresas, creen que su capacidad de financiación bancaria va a crecer ¿? Se mantendrá ¿??
La financiación alternativa es, en la España de hoy, una válvula de ayuda y escape. No tenga Vd. todos los huevos en la misma cesta, reparta y optimice, mas vale tener algo mas de costo financiero que perder acceso a financiación.
Siempre se ha definido el concepto de movilidad financiera como la capacidad para responder a una demanda inesperada de caja con rapidez. Cuando alguien se plantea en su empresa dotarse de instrumentos o coberturas se busca la eficiencia de la cobertura más que su coste. Pues bien, cuando la pruebe verá además que, en el coste financiero global, dotarse de movilidad no sacrifica el coste, de ahí que siga siendo una alternativa eficiente y efectiva para quien lo prueba.
En un escenario de sobrerregulación bancaria reflejada en un coste de capital desmesurado, tener una parte de la financiación en canales alternativos, y muy específicamente, en crowdlending, es una excelente medida de gestión.
Con escenario en nuestro país incierto y asincrónico con lo que parece que vaya a ocurrir en Europa, más cabe poner la esperanza en la gestión, máxime si la gestión se dirige en la dirección adecuada.